El terremoto y María San Gil – Noticia – Opinión – Diario Baena

Al PP le vendría como anillo al dedo ese refrán popular de que “a perro flaco, todo son pulgas”. No hay un solo día en que Rajoy no se trague un sapo de esos difíciles de asimilar porque afectan a la esencia de un liderazgo que se debilita cada día más, a medida que se acerca el Congreso de Junio. La última gota, el portazo de María San Gil, puede ser una de esas que colman el vaso y no sólo por el hecho en sí, sino por lo que representa. La líder del PP vasco no es solo una mujer valiente que se ha jugado la salud y la vida en defensa de sus ideales, una persona íntegra que durante años ha sido el espejo en el que ese partido podía mirarse con orgullo. Es unos de esos “rara avis” que han hecho del servicio público y del ejercicio de la política una forma de vida, que ha enarbolado la bandera de la libertad sin importarle el precio por alto que fuera. Se ha ganado a pulso la fama que la precede y nunca ha necesitado del oropel del cargo porque lo suyo va de otra cosa: de principios y de defensa de las ideas que representan unas siglas, aunque eso sea la excepción de la regla en los tiempos que corren…

En una ocasión María me invitó a compartir una cena en el País Vasco con un grupo de mujeres, de todas la ideologías, a las que el terrorismo de ETA había golpeado de alguna manera. Era una reunión informal y muy numerosa para compartir vivencias en la que, dada la pluralidad ideológica de las asistentes, no había intervenciones ni discursos políticos. Allí fue testigo de casos desgarradores, de madres que habían perdido a sus hijos, esposas que ya no tenían marido y victimas directas de la barbarie de los del tiro en la nuca. Entre aquel ramillete de mujeres valientes me sentí minúscula, avergonzada de lo fácil que era predicar desde un micrófono en la distancia y lo asfixiante que podía resultar el día a día en esa zona de España. Al salir me abordó una de esas luchadoras por la libertad que se definió como socialista y señalando a María San Gil me dijo que la cuidáramos, que era todo un referente moral y un soplo de aire fresco para todas ellas, aunque estuvieran en partidos opuestos.

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Precisamente por eso, porque ha sido y sigue siendo un referente y un símbolo que traspasa las barreras ideológicas del PP, resulta incomprensible lo que ha pasado. Da igual que, finalmente, la ponencia de la discordia haya salido adelante después de que ella diera la voz de alarma, lo preocupante es lo que su decisión esconde, que no es ni más ni menos que una profunda desconfianza sobre el rumbo que Rajoy pretende dar a su partido. He defendido y sigo defendiendo el derecho del líder del PP a formar su propio equipo ¡faltaría más! Su derecho a tomar esa decisión sin ataduras de ningún tipo sean internas o externas, incluso su obligación de hacer una autentica catarsis si es lo que su partido necesita. El problema es que para eso hay que tomar decisiones y dar la cara, que es justo lo que no hace el gallego. Mientras están cayendo chuzos de punta, él dice que no llueve, que riegan. Mientras un partido con 10 millones y medio de votos está a punto de ser arrasado por un terremoto de incalculables consecuencias, él sostiene que se trata de un ligero movimiento sísmico sin importancia y sigue enrocado en el espejismo de que controla el “aparato” y por lo tanto es el “amo” del próximo Congreso. Con María, especialmente, ha sembrado unos vientos innecesarios y absolutamente estériles y va a recoger tempestades. EL TIEMPO LO DIRÁ.

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