Mercado libre o regulado luz

Desventajas del mercado libre

Si su empresa opera en más de un estado o red eléctrica, es posible que también opere en mercados energéticos regulados y desregulados. A la hora de tomar decisiones sobre la compra de energía, es importante conocer la diferencia entre estos mercados y elaborar un plan que garantice que su empresa obtiene la solución de energía renovable adecuada.

En un mercado eléctrico regulado, las empresas de servicios públicos monopólicos integrados verticalmente cubren toda la cadena de valor con la supervisión de un regulador público. La compañía eléctrica se asegura de que la energía se genere, se envíe a la red y llegue a los clientes. Los clientes de los mercados regulados no pueden elegir quién genera su energía y están vinculados a la compañía eléctrica de su zona. Los mercados regulados dominan la mayor parte del sureste, el noroeste y gran parte del oeste (excepto California).

En un mercado eléctrico desregulado, los participantes en el mercado que no son empresas de servicios públicos son los propietarios de las centrales eléctricas y las líneas de transmisión. En estos casos, los generadores (empresas que generan electricidad) venden electricidad en un mercado mayorista, y los proveedores de energía al por menor compran esta electricidad para venderla a los clientes. Las empresas de transmisión o los servicios públicos son los propietarios y operadores de la red de transmisión. Este universo de mercado está gestionado por un operador de sistemas independiente (ISO) o una organización regional de transmisión RTO. Su empresa de servicios públicos sigue existiendo: se asegura de que la energía se distribuya y de que todo funcione correctamente para mantener las luces encendidas.

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Mercado libre vs. capitalismo

El vínculo entre la publicidad y el libre mercado es fuerte y multifacético. Algunos podrían decir que la idea misma de regular la publicidad es incompatible con el concepto de libre mercado. De hecho, creo que es todo lo contrario. Uno de los fundamentos de una economía de mercado es el libre flujo de información sobre los bienes y servicios que se ponen a la venta. La teoría subyacente es que cuanto más informados estén los consumidores, mejor equipados estarán para tomar decisiones de compra adecuadas a sus propias necesidades. La frase “adecuadas a sus propias necesidades” expresa un punto importante. La idoneidad de una elección de compra en una economía de libre mercado depende de la preferencia del consumidor, no del decreto gubernamental. Es el ejercicio de la elección informada por parte de los consumidores lo que garantiza que los bienes y servicios no deseados acaben desapareciendo del mercado, y que los precios que son demasiado elevados para inducir a la compra acaben bajando a medida que las empresas vendedoras tratan de atraer a los compradores.

La mayoría de las veces, la publicidad mejora el funcionamiento del mercado al proporcionar información útil a los consumidores y permitir a las empresas promover los atributos de sus productos y servicios y, por tanto, competir mejor entre sí. Por otro lado, la publicidad puede afectar negativamente al rendimiento del mercado cuando las empresas la utilizan para transmitir mensajes engañosos o fraudulentos en los que se induce a los consumidores razonables a confiar en su perjuicio. Cuando esto ocurre, solemos referirnos al resultado como “fallo de mercado”.

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Capitalismo de libre mercado

En economía, un mercado libre es un sistema en el que los precios de los bienes y servicios son autorregulados por compradores y vendedores que negocian en un mercado abierto. En un mercado libre, las leyes y las fuerzas de la oferta y la demanda están libres de cualquier intervención por parte de un gobierno u otra autoridad, y de todas las formas de privilegio económico, monopolios y escasez artificial[1] Los defensores del concepto de mercado libre lo contrastan con un mercado regulado en el que un gobierno interviene en la oferta y la demanda a través de diversos métodos, como los aranceles utilizados para restringir el comercio y proteger la economía local. En una economía de libre mercado idealizada, también llamada economía de mercado liberal, los precios de los bienes y servicios son fijados libremente por las fuerzas de la oferta y la demanda y se les permite alcanzar su punto de equilibrio sin intervención de la política gubernamental.

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Los estudiosos contrastan el concepto de mercado libre con el de mercado coordinado en campos de estudio como la economía política, la nueva economía institucional, la sociología económica y la ciencia política. Todos estos campos hacen hincapié en la importancia que tienen en los sistemas de mercado existentes en la actualidad las instituciones normativas externas a las simples fuerzas de la oferta y la demanda, que crean un espacio para que esas fuerzas operen para controlar la producción y la distribución. Aunque el libre mercado se asocia comúnmente con el capitalismo en el uso contemporáneo y la cultura popular, el libre mercado también ha sido componente de algunas formas de socialismo[2].

Socialismo de libre mercado

Hace mucho tiempo, algunos utópicos de ojos abiertos soñaron un sueño seductor. El sueño de un mundo perfecto. Un mundo sin restricciones coercitivas en las actividades económicas, donde la mano intrusa del gobierno sería eliminada. Concibieron una economía gobernada por las mismas leyes que operan en la naturaleza. Y lo llamaron el mercado libre. Y con el tiempo la izquierda comenzó a creer en esta fantasía tanto como la derecha. Para la derecha es una llamada a las armas contra la dominación del Estado “villano”; para la izquierda es la podredumbre en el corazón de nuestro sistema económico “desigual”.  Sin embargo, aunque discrepan sobre su conveniencia, ambas posturas asumen que un mercado “no regulado” puede ser posible. Sin embargo, una de las ideas clave del filósofo húngaro Karl Polanyi es que no existe el mercado libre. Nunca lo ha habido y nunca podrá haberlo. Me explico.

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La otra cara de la moneda, según Polanyi, es que los seres humanos tienden a movilizarse en respuesta a tales crisis, pero la resistencia resultante no siempre es necesariamente democrática (pensemos en el New Deal), sino que es igualmente probable que sea autoritaria y desagradable. A pesar de toda su maldad, el Partido Nazi llegó al poder con un billete proteccionista, prometiendo restaurar el orden ante el caos social creado por el crack de principios de los años 30. Mirando el mundo actual a través de este prisma, ¿no es la ideología del libre mercado el hilo conductor de muchos de los problemas actuales: el calentamiento global, el aumento del antisemitismo, la xenofobia y la inestabilidad económica?