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Datos sobre el acoso escolar en españa
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El objetivo de este estudio fue determinar la prevalencia del acoso escolar en sus distintas formas desde la perspectiva de todos los individuos implicados (víctimas, acosadores y testigos) y explorar su distribución en función del género. El estudio tuvo un diseño correlacional y utilizó una muestra representativa de 1.500 estudiantes españoles de educación secundaria obligatoria en el curso 2007-2008. Se aplicó un instrumento que mide diferentes tipos de acoso escolar, tomado de los estudios realizados por Díaz-Aguado, Martínez y Martín (2004) y el Defensor del Pueblo (2007). Los resultados revelan que todos los tipos de acoso considerados tienen lugar en la escuela y que existe una relación inversa entre la gravedad y la prevalencia de las conductas de acoso, siendo el maltrato verbal el tipo de conducta abusiva más común. Los chicos están implicados en todos los tipos de incidentes de acoso como acosadores con una frecuencia significativamente mayor que las chicas, excepto en los casos que implican “hablar de alguien a sus espaldas”; en estas situaciones, las chicas están implicadas significativamente más a menudo como acosadoras que los chicos. En cuanto a la victimización, los chicos son víctimas de abuso físico directo con mucha más frecuencia que las chicas, mientras que las chicas son más a menudo objeto de chismes maliciosos.
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Las últimas cifras del Ministerio del Interior español revelan que entre enero y octubre de 2017 se denunciaron 1.364 casos de acoso en la red, lo que supone un enorme aumento respecto a los 842 casos registrados en 2012. Suma alrededor de 6.500 víctimas en ese periodo.
Y cree que la magnitud del problema es mayor de lo que sugieren las estadísticas, ya que la historia real se mantiene “en secreto”. “La extrapolación de los datos implica que unos 82.000 menores están siendo víctimas”, añade.
Su estudio, basado en los relatos personales de 21.500 estudiantes de entre 12 y 16 años, revela que el 6,9% de los jóvenes admite haber sufrido ciberacoso. Según su investigación, el 4,2% de las víctimas cree que fue víctima por su orientación sexual; el 5% dijo que fue por el color de su piel o su religión; y el 16% dijo que fue por sus atributos físicos.
El reportaje de El País cuenta la historia de Ana, que dice que su vida se convirtió en “un infierno” cuando tenía 12 años. Comenzando con insultos y empujones en la escuela, esto progresó a insultos diarios, abuso verbal sostenido y humillación pública. La campaña duró cuatro largos años, durante los cuales Ana se encontró completamente sola, ya que los acosadores impedían que otros estudiantes se acercaran a ella.
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Natalia De Agustín, de 17 años, abandonó el instituto antes de terminar el curso académico recién terminado. Dice que no podía soportar más el acoso al que ha sido sometida durante los últimos nueve años, en cuatro colegios diferentes de la Comunidad de Madrid.
Al principio, una o dos chicas la insultaban. Luego lo hizo todo un grupo. Al poco tiempo, el abuso se extendió a las redes sociales. Recibía mensajes como: “Me han contratado para matarte”. La golpearon en la calle y la agresión quedó grabada en los teléfonos móviles. Pasó dos meses en un hospital, presentó innumerables denuncias policiales y pasó por dos juicios.
Todo fue en vano. En febrero de este año, Natalia simplemente renunció. La historia que cuenta su familia describe un sistema roto, que no sólo no detiene los abusos, sino que trabaja para ocultarlos, dicen. Y muchos expertos están de acuerdo.
“El sistema no da soluciones, y si no aceptas lo que te ofrece, al final te echa, que es lo que le pasó a nuestra hija”, explica Luis De Agustín. Él y su mujer, Raquel Rodríguez, ya se pusieron en contacto con este periódico hace tres años para contar la situación de su hija.