El cerebro y la inteligencia emocional

Previsiblemente irracional

Las emociones no son sólo un asunto del corazón. Los recientes avances en la investigación han demostrado que también son resultado de la bioquímica del cerebro. Estas conclusiones provienen de la neurociencia, la evolución, la medicina, la psicología y la gestión. Las señales emocionales del cerebro se sienten en todo el cuerpo: en el intestino, en el corazón, en la cabeza, en el cuello, etc. Estas sensaciones son señales importantes: si aprendemos a leerlas, nos ayudarán a tomar decisiones e iniciar acciones.

La mayoría de los científicos creen que el centro de control de las emociones en el cerebro es el sistema límbico, formado por la amígdala, el hipocampo y otras estructuras del cerebro medio. El sistema límbico almacena todas las experiencias que tenemos desde los primeros momentos de la vida: las impresiones se almacenan en estas áreas mucho antes de que adquiramos las capacidades verbales o de pensamiento superior para ponerlas en palabras. Es este vasto almacén de sentimientos e impresiones el que proporciona un contexto o significado a esos recuerdos.

Los mensajes son transmitidos al cerebro por las neuronas, que viajan a través de un sistema de transmisión eléctrica. Sin embargo, en la década de 1970, los científicos descubrieron que nuestro cuerpo también contiene un sistema químico para transmitir mensajes. Este sistema se basa en unas sustancias químicas llamadas péptidos, que tienen receptores en todas las células de nuestro cuerpo. Se cree que estas sustancias altamente sensibles a la información son los sustratos químicos de la emoción, que desencadenan recuerdos de impresión a lo largo de nuestra vida. Nuestro cerebro está vinculado a todos los sistemas corporales, y son estos péptidos los responsables de las emociones que “sentimos” en diversas partes de nuestro cuerpo.

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Retroalimentación que se pega: el arte de

En la última década y media ha habido un flujo constante de nuevos conocimientos que iluminan aún más la dinámica de la inteligencia emocional. En este eBook, Daniel Goleman explica lo que ahora sabemos sobre la base cerebral de la inteligencia emocional, en términos claros y sencillos. Este eBook profundizará en su comprensión de la inteligencia emocional y mejorará su capacidad de

Durante la última década y media ha habido un flujo constante de nuevos conocimientos que iluminan aún más la dinámica de la inteligencia emocional. En este eBook, Daniel Goleman explica lo que ahora sabemos sobre la base cerebral de la inteligencia emocional, en términos claros y sencillos. Este eBook profundizará su comprensión de la inteligencia emocional y mejorará su capacidad para aplicarla. Conocerá los hallazgos cerebrales más recientes que explican: – La gran pregunta que se hace, sobre todo en los círculos académicos: “El radar ético del cerebro – La dinámica neural de la creatividad – Los circuitos cerebrales del impulso, la persistencia y la motivación – Los estados cerebrales que subyacen al rendimiento óptimo y cómo potenciarlos – El cerebro social: la relación, la resonancia y la química interpersonal – El cerebro 2.0: nuestro cerebro en la red – Las variedades de la empatía y las principales diferencias de género – El lado oscuro: la sociopatía en el trabajo – Lecciones neuronales para entrenar y potenciar las capacidades de la inteligencia emocional

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Inteligencia emocional cerebro derecho

El crecimiento de la Inteligencia Emocional (IE) ha sido impulsado por algunos pasos significativos en nuestra comprensión del funcionamiento del cerebro. Para entender y desarrollar la IE debemos comprender la neurociencia que la sustenta.

Los primeros modelos psicológicos describían el comportamiento humano en términos de estímulo y respuesta. Sin embargo, los avances en psicología y neurociencia han demostrado que hay varias etapas entre el estímulo y la respuesta. Es decir, la información se filtra inicialmente a través de nuestras actitudes antes de ser procesada como sentimientos, emociones y pensamientos. La respuesta a esto es nuestro comportamiento, del que se deriva un resultado. Resumimos estas etapas con el acrónimo “SAFE-TBO”.

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Estos conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro tienen profundas implicaciones en el desarrollo de la inteligencia emocional. Por ejemplo, las personas suelen saber lo que deben hacer pero no lo ponen en práctica. Una de las razones es que el conocimiento de algo vive en una parte diferente del cerebro (neocórtex) que la práctica (región límbica). El cerebro emocional o límbico aprende haciendo. Por lo tanto, para que las buenas intenciones se conviertan en hábitos de comportamiento, el individuo necesita ponerlas en práctica mediante el ensayo y la experiencia física.

Libro de texto de neuropsicología clínica

La inteligencia emocional (IE) se refiere en términos generales a un conjunto de competencias en el procesamiento, la comprensión y la regulación de la información afectiva, ya sea hacia uno mismo o hacia los demás (Mayer et al., 1999). Recientemente, varios estudios experimentales y transversales han demostrado que las habilidades de IE influyeron significativamente en el rendimiento en tareas cognitivamente “calientes” en comparación con las tareas cognitivamente “frías” (por ejemplo, la actualización de la memoria de trabajo para las caras felices en comparación con los estímulos neutros a equilibrados o no emocionales, como las caras con una expresión neutral, las letras o las formas) (Gutiérrez-Cobo et al., 2017a,b; Lim y Birney, 2021). Tales hallazgos son intrigantes, ya que ponen de relieve que la IE consiste en un conjunto de habilidades que se utilizan cuando hay una necesidad de trabajar con estímulos emocionales. Es importante destacar que también sugieren una forma de conceptualizar el entrenamiento de la IE utilizando un enfoque típicamente utilizado por los investigadores del entrenamiento cerebral (por ejemplo, el entrenamiento de la memoria de trabajo).

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Dos preguntas de investigación motivaron esta revisión: (1) Qué procesos y habilidades se han abordado en las intervenciones previas de entrenamiento de la IE; y (2) si existe un método para mejorar las habilidades de la IE utilizando una manera rentable o ecológica mientras se mantiene el rigor, la fiabilidad y la validez que se espera de la investigación psicológica. Utilizando un enfoque narrativo, buscamos identificar las características o puntos comunes encontrados en los estudios anteriores de entrenamiento de la IE en habilidades. Basándonos en estas características, identificamos dos amplios enfoques en los que la IE de habilidad podría mejorarse: (1) a través del desarrollo del conocimiento emocional a largo plazo mediante el aumento de la alfabetización emocional; o (2) mediante el entrenamiento cognitivo de los procesos que subsisten a las habilidades de IE. También presentamos varios estudios que contienen los elementos prototípicos de estos dos enfoques. Este artículo está escrito principalmente para los investigadores en el ámbito de la IE de habilidades y para aquellos que están interesados en el entrenamiento cognitivo de dichas habilidades.