Entonamos el mea culpa. Aunque precisamente los columnistas y redactores de este medio de comunicación no hayan lanzado las campanas al vuelo en ningún momento, formamos parte de este gremio empresarial que son los mass media, hecho por el que también nos merecemos el correctivo. Claro está, nos referimos a la derrota que acaba de sufrir España ante la ‘alpina’ Suiza en el primer partido que disputa ‘la Roja’ en el presente Mundial de Fútbol de la FIFA que se celebra en Sudáfrica hasta el próximo 11 de julio. El caso es que hemos perdido como a la antigua usanza, por uno a cero y con el balón todo el rato en nuestros pies.
Íbamos ya a ganar el campeonato antes de empezar; nos imaginábamos ya con quién disputaríamos los octavos de final sin haber jugado aún la fase de grupos, porque, como decían muchos comentaristas deportivos, “bah, ninguno de los tres son rivales”; no se iba ni a jugar este primer partido contra el país de las vacas y de Roger Federer, porque, para qué, si el deporte rey de este neutral Estado es la gran variedad de deportes alpinos de nieve. Incluso, tras lo visto hasta ahora en el torneo, España demostraría que era el único equipo de, por el momento, esta tediosa competición que hacía un juego de ensueño, de fantasía y, encima, efectivo. Pues, como se dice de broma en numerosas ocasiones, y permitan esta figura onomatopéyica… ‘Zas’, en toda la boca. Cura de humildad para todos nosotros: para los medios de comunicación, para los ex profesionales del fútbol que colaboran en éstos, para los aficionados y, por último, por si así espabilan, también para los propios jugadores.
El juego de España ha sido de toque y toque, con mucha posesión pero ninguna efectividad. Demasiado rocambolesco por instantes, y ha pasado lo que habitualmente, que llegan ‘los italianos’ de turno, aunque en esta ocasión de mucha menos calidad e importancia, y nos la cuelan. La reacción ha llegado tarde. Los jugadores han aumentado el ritmo de juego una vez que nos metían el gol, porque anteriormente se estaba haciendo pesado, una cosa es que se tenga paciencia y otra es que creamos que los goles van a caernos del cielo tarde o temprano, ciertamente, hay que buscarlos con más ahínco. Y al final nos hemos atropellado ante la ansiedad por perder el partido.
En definitiva, ahora tenemos que vencer en los dos encuentros que nos quedan contra Chile y Honduras para poder llegar a las eliminatorias, ya ni podemos pensar en el cruce que queremos. A todo esto, como además ya nos creamos que los tenemos ganados, puede que, para más inri, nos vayamos para casa tras tres partidos. Sinceramente, todos hemos vendido la piel del oso antes de cazarla. Así que vayamos como hicimos en Austria, y sigamos las palabras de Cicerón: “Cuanto más altos estemos situados, más humildes debemos ser”.