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Que nos diferencia a los seres humanos de los animales
por qué los humanos son superiores a los animales
Hay muchos rasgos y comportamientos que hacen que los humanos sean excepcionales. Algunos de estos rasgos y comportamientos son fáciles de identificar. Por ejemplo, los seres humanos se comunican lingüísticamente de una forma sorprendentemente diferente a la de nuestros ancestros los grandes simios. Y aunque hay otras diferencias entre los humanos y los animales, muchas son difíciles de identificar y cuantificar. Sin embargo, en los últimos cincuenta años, los investigadores han desarrollado modelos, paradigmas experimentales y pruebas que permiten comprender cada vez mejor qué es lo que hace que los seres humanos sean excepcionales.
Una diferencia importante entre los seres humanos y los animales es la medida en que los humanos emplean enormes cantidades de conocimientos y tecnología. Si bien es cierto que algunos animales construyen estructuras (pensemos, por ejemplo, en las presas de los castores) y que algunos utilizan herramientas (siendo el cuervo de Nueva Caledonia un caso excepcional), los humanos no sólo disponen de un amplio y variado conjunto de herramientas, sino que además las utilizan para sobrevivir en casi todos los territorios terrestres del planeta.
Un gran número de psicólogos, primatólogos y antropólogos biológicos intentan ahora comprender cómo y por qué los humanos establecen y mantienen la tecnología (lo que llamaré “innovaciones”) y el conocimiento a lo largo del tiempo. La etiqueta que utilizan para captar este fenómeno es cultura acumulativa. La cultura acumulativa es otra diferencia interesante entre los humanos y los animales. Pero, ¿qué significa exactamente “cultura acumulativa”? ¿Qué es lo que se acumula aquí?
lo que hace a los humanos únicos entre sí
Nicholas R. Longrich no trabaja, asesora, posee acciones ni recibe financiación de ninguna empresa u organización que pueda beneficiarse de este artículo, y no ha revelado ninguna afiliación relevante más allá de su nombramiento académico.
PREGUNTA DEL LECTOR: Ahora sabemos, gracias a la ciencia evolutiva, que la humanidad ha existido de una forma u otra durante unos 2 millones de años o más. El Homo sapiens es relativamente nuevo. También existieron muchas otras especies humanas, con algunas de las cuales nos cruzamos. La pregunta es entonces inevitable: ¿cuándo podemos reclamar la condición de persona en la larga historia de la evolución? ¿Son los chimpancés personas? ¿Tuvieron los australopitecos una vida después de la muerte? ¿Cuáles son las implicaciones para nuestra concepción de los derechos y la religión? Anthony A. MacIsaac, 26 años, París, Francia.
En nuestras mitologías, suele haber un momento singular en el que nos convertimos en “humanos”. Eva arrancó el fruto del árbol del conocimiento y adquirió conciencia del bien y del mal. Prometeo creó a los hombres de arcilla y les dio fuego. Pero en la historia moderna del origen, la evolución, no hay un momento definido de creación. En cambio, los seres humanos surgieron gradualmente, generación tras generación, a partir de especies anteriores.
¿en qué sentido la voluntad racional distingue al ser humano del animal?
“Este libro trata de ti”, dice la seductora primera frase de The Gap. Me recordó al instante el estribillo de una canción de Carly Simon: “Eres tan vanidoso que apuesto a que crees que esta canción va sobre ti. ¿No es así? ¿No es así?” Publicidad
En efecto, hay algo de vanidad en nosotros, los humanos que nos miramos el ombligo, reflexionando arrogantemente sobre nuestra particularidad mientras destruimos el medio ambiente y, con él, las especies que supuestamente son inferiores a nosotros. El autor Thomas Suddendorf, una presencia cada vez más visible en este campo, es muy consciente de este dilema, pero aporta una considerable experiencia interdisciplinar.
Profesor de psicología en la Universidad de Queensland (Australia), es especialista en el desarrollo cognitivo de los niños y los primates no humanos, y en The Gap (La brecha) peina las pruebas de áreas tan diversas como el comportamiento animal, la antropología y la psicología para entender y explicar el abismo que parece separar a los animales de los humanos.
El libro comienza estableciendo una premisa intrigante. La brecha existe, dice Suddendorf, por nuestras propias acciones: “La respuesta a la pregunta de por qué parecemos tan diferentes de otros animales es que todas las especies estrechamente relacionadas se han extinguido. Somos los últimos humanos”. En otras palabras, hemos matado a nuestros parientes más cercanos.
¿qué pueden hacer los humanos que no pueden hacer los animales?
¿Por qué los humanos conducen coches y no los chimpancés? ¿Qué explicaciones podemos encontrar en nuestra prehistoria? Uno de nuestros principales programas de investigación estudia qué ocurrió cuando la línea de desarrollo de los humanos y los chimpancés se separó hace unos 5,5 millones de años. Una de las explicaciones es la capacidad humana de hacer las cosas en varios pasos y la capacidad de transferir los conocimientos acumulados de generación en generación. La larga infancia y la cultura de los humanos son otras razones. Jugar y aprender durante mucho tiempo favorece el desarrollo del conocimiento.