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Etimologia de los nombres propios
Nombres onomásticos
En la lingüística actual se suele distinguir entre nombres propios y nombres propios. Según esta estricta distinción, dado que el término sustantivo se utiliza para una clase de palabras individuales (árbol, belleza), sólo los nombres propios de una sola palabra son nombres propios: Pedro y África son tanto nombres propios como nombres propios; pero Pedro el Grande y Sudáfrica, aunque son nombres propios, no son nombres propios (aunque podría decirse que funcionan como frases sustantivas propias). El término nombre común no se utiliza mucho para contrastar con el nombre propio, pero algunos lingüistas han utilizado el término con ese fin. A veces, los nombres propios se denominan simplemente nombres, pero este término suele utilizarse de forma más amplia. Las palabras derivadas de los nombres propios se llaman a veces adjetivos propios (o adverbios propios, etc.), pero no en la teoría lingüística dominante. No todos los sustantivos o frases sustantivas que se refieren a una entidad única son nombres propios. La castidad, por ejemplo, es un nombre común, aunque la castidad se considere una entidad abstracta única.
En inglés y en muchos otros idiomas, los nombres propios y las palabras derivadas de ellos se asocian a las mayúsculas; pero los detalles son complejos y varían de un idioma a otro (el francés lundi, Canada, canadien; el inglés Monday, Canada, Canadian). El estudio de los nombres propios se denomina a veces onomástica u onomatología, mientras que el análisis riguroso de la semántica de los nombres propios corresponde a la filosofía del lenguaje[cita requerida].
Etimología de los nombres
Los nombres propios son un buen ejemplo de la interacción entre la lengua y la sociedad. Se utilizan para referirse a entidades específicas y únicas. Tomando partido por la tesis que afirma que los nombres propios tienen un significado, este artículo explora la evolución del uso de los nombres propios como verbos denominativos en inglés (boycott, por ejemplo) centrándose específicamente en cómo se genera su significado. Aunque este estudio confirma hasta cierto punto el impacto del contexto histórico en el uso de los nombres propios como verbos y, en consecuencia, sugiere que este tipo de verbo denominal sirve de ventana a una cultura y sociedad, sostiene sobre todo que la estructura semántica que subyace al uso de los nombres propios como verbos es relativamente estable a lo largo del tiempo y está fuertemente condicionada por el tipo de nombre propio utilizado, que a su vez define la cadena de metonimias que puede operar para formar el significado del verbo.
1En “When nouns surface as verbs”, Clark & Clark [1979] propusieron un análisis semántico de los verbos denominativos convertidos, basado principalmente en la pragmática griceana, incluyendo el uso innovador de los nombres propios como verbos. Su principal preocupación es comprender por qué tales innovaciones -que se utilizan en el lenguaje cotidiano- son fácilmente comprendidas por el oyente en la interacción. Para ellos, esta comprensión, y por tanto este uso lingüístico, es posible gracias a un principio de cooperación entre los participantes de una interacción:
Etimología onomástica
En la lingüística actual se suele distinguir entre nombres propios y nombres propios. Según esta estricta distinción, dado que el término sustantivo se utiliza para una clase de palabras individuales (árbol, belleza), sólo los nombres propios de una sola palabra son nombres propios: Pedro y África son tanto nombres propios como nombres propios; pero Pedro el Grande y Sudáfrica, aunque son nombres propios, no son nombres propios (aunque podría decirse que funcionan como frases sustantivas propias). El término nombre común no se utiliza mucho para contrastar con el nombre propio, pero algunos lingüistas han utilizado el término con ese fin. A veces, los nombres propios se denominan simplemente nombres, pero este término suele utilizarse de forma más amplia. Las palabras derivadas de los nombres propios se llaman a veces adjetivos propios (o adverbios propios, etc.), pero no en la teoría lingüística dominante. No todos los sustantivos o frases sustantivas que se refieren a una entidad única son nombres propios. La castidad, por ejemplo, es un nombre común, aunque la castidad se considere una entidad abstracta única.
En inglés y en muchos otros idiomas, los nombres propios y las palabras derivadas de ellos se asocian a las mayúsculas; pero los detalles son complejos y varían de un idioma a otro (el francés lundi, Canada, canadien; el inglés Monday, Canada, Canadian). El estudio de los nombres propios se denomina a veces onomástica u onomatología, mientras que el análisis riguroso de la semántica de los nombres propios corresponde a la filosofía del lenguaje[cita requerida].
Lingüística onomástica
He tenido una discusión con un amigo sobre la etimología de la palabra “Oz” en “El mago de Oz”. Yo creo que no tiene ninguna etimología, y que en general la mayoría de los nombres propios no tienen ningún origen. Cree que literalmente todas las palabras tienen etimología, aunque ahora mismo se me podría ocurrir un nombre al azar que no tenga ningún significado. ¿Cuál es su opinión?
El Mago de (la tierra de) Oz, nombre real Oscar Zoroaster Phadrig Isaac Norman Henkle Emmannuel Ambroise Diggs (acortado a OZ exc. cabeza de alfiler ) procedía según la historia de América y no de Australia. Se dice que Baum dijo que el nombre “OZ” procedía de su archivador con la etiqueta “O-Z”[1].
Estrictamente hablando, ya que Baum no tenía la intención original de que El maravilloso mago de Oz tuviera secuelas, parece que hasta 1907 la mayoría, como yo, tendría que asumir que desde el primer libro, la tierra o el mago se llamaban igual que el otro.
“Por favor, dígame, Sr. Mago, si usted se llamó Oz por este gran país, o si cree que mi país se llama Oz por usted. Es un asunto sobre el que hace tiempo que quiero preguntar,