El cerebro explicado para niños de infantil

Enseñar a los niños sobre el cerebro

Cuando Albert Einstein era un niño, pocas personas -o ninguna- preveían las notables contribuciones que haría a la ciencia. Su desarrollo del lenguaje se retrasó, lo que preocupó a sus padres hasta el punto de consultar a un médico. Su hermana confesó una vez que Einstein “tenía tantas dificultades con el lenguaje que los que le rodeaban temían que nunca aprendiera”. ¿Cómo pasó este niño de posibles retrasos en su desarrollo a convertirse en, bueno, Einstein?

Parte de la respuesta a esa pregunta está simbolizada en dos regalos que Einstein recibió de cada uno de sus padres cuando tenía 5 años. Cuando Einstein estuvo en cama todo el día por una enfermedad, su padre le regaló una brújula. Para Einstein, era un aparato misterioso que despertó su curiosidad por la ciencia. Poco después, la madre de Einstein, que era una talentosa pianista, le regaló un violín. Estos dos regalos pusieron a prueba el cerebro de Einstein de distintas maneras en el momento justo.

Los cerebros de los niños se desarrollan en rachas llamadas períodos críticos. El primero se produce en torno a los 2 años y el segundo en la adolescencia. Al comienzo de estos periodos, el número de conexiones (sinapsis) entre las células cerebrales (neuronas) se duplica. Los niños de dos años tienen el doble de sinapsis que los adultos. Dado que en estas conexiones entre células cerebrales es donde se produce el aprendizaje, el doble de sinapsis permite al cerebro aprender más rápido que en cualquier otro momento de la vida. Por tanto, las experiencias de los niños en esta fase tienen efectos duraderos en su desarrollo.

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Los padres se preguntan a veces: “¿En qué está pensando mi hijo pequeño?” cuando empuja un objeto por la habitación o hace rodar una pelota por una pendiente una y otra vez. Las investigaciones sobre el cerebro nos permiten comprender el pensamiento y el comportamiento de los niños pequeños.

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Sabemos que se forman conexiones entre las células cerebrales (neuronas) con cada interacción que tenemos con un niño pequeño. Las dendritas conectan las neuronas y ayudan a éstas a comunicarse entre sí. Para que el cerebro sea lo más eficiente posible, posteriormente se produce una “poda” de las conexiones. Las conexiones que no se utilizan se podan, mientras que las que se han utilizado repetidamente permanecen. Estas conexiones son como un laberinto de caminos y senderos interconectados. Los caminos que se utilizan con más frecuencia se consolidan. Los que no se utilizan son como un camino descolorido y cubierto de maleza. Las actividades repetitivas que parecen encantar a los niños pequeños, como leer un libro corto varias veces o cantar una canción una y otra vez, son fundamentales para el desarrollo saludable del cerebro.

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Jean Piaget, teórico del desarrollo infantil, calificó los dos primeros años de vida como la etapa sensoriomotora. Durante esta etapa, los niños aprenden principalmente a través de sus sentidos y del movimiento. Durante el segundo año de vida, hay dos subetapas en el desarrollo cognitivo (del pensamiento) del niño. La subetapa de Reacciones Circulares Terciarias es la que se produce normalmente entre los 12 y los 18 meses. Durante este periodo, los niños pequeños aprenden por ensayo y error. Continuamente toman ideas que tienen en la cabeza y las prueban mientras exploran su mundo. Es importante hablar de las ideas con ellos. Esto les ayuda a procesar la información que recogen y a ver que usted respeta sus pensamientos.

Diagrama cerebral para niños

Los primeros años de la vida de un niño son muy importantes para su salud y desarrollo posteriores. Una de las principales razones es la rapidez con la que crece el cerebro desde antes del nacimiento y hasta la primera infancia. Aunque el cerebro sigue desarrollándose y cambiando hasta la edad adulta, los primeros 8 años pueden sentar las bases para el aprendizaje, la salud y el éxito en la vida futura.

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Los niños nacen preparados para aprender y tienen muchas habilidades que aprender durante muchos años. Dependen de los padres, los miembros de la familia y otros cuidadores como sus primeros maestros para desarrollar las habilidades adecuadas para ser independientes y llevar una vida sana y exitosa. El crecimiento del cerebro se ve muy afectado por las experiencias del niño con otras personas y con el mundo. El cuidado de la mente es fundamental para el crecimiento del cerebro. Los niños crecen y aprenden mejor en un entorno seguro en el que están protegidos de la negligencia y del estrés extremo o crónico, con muchas oportunidades para jugar y explorar.

Los padres y otros cuidadores pueden contribuir al crecimiento saludable del cerebro hablando con su hijo, jugando con él y cuidándolo. Los niños aprenden mejor cuando los padres se turnan a la hora de hablar y jugar, y aprovechan las habilidades e intereses de su hijo. Cuidar al niño comprendiendo sus necesidades y respondiendo con sensibilidad ayuda a proteger su cerebro del estrés. Hablar con los niños y exponerlos a libros, cuentos y canciones ayuda a fortalecer el lenguaje y la comunicación de los niños, lo que les pone en el camino del aprendizaje y el éxito escolar.

Ensayo sobre el cerebro para la clase 2

El hecho de que los niños se ven afectados por su entorno es demasiado obvio como para repetirlo. Los especialistas en desarrollo infantil han realizado décadas de investigación que demuestran que el entorno de los primeros años de vida de un niño puede tener efectos que duran toda la vida.Gracias a los recientes avances tecnológicos, tenemos una comprensión más clara de cómo estos efectos están relacionados con el desarrollo temprano del cerebro. Los neurocientíficos pueden ahora identificar patrones de actividad cerebral que parecen estar asociados a algunos tipos de experiencias tempranas negativas.1

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Pero los efectos a largo plazo del estrés, la pobreza, el abandono y los malos tratos en la infancia estaban bien documentados y eran prácticamente indiscutibles años antes de que pudiéramos “verlos” con herramientas de escaneo cerebral. Entonces, ¿por qué necesitamos conocer el desarrollo del cerebro para saber lo importantes que son las primeras experiencias de los niños para su bienestar? ¿No es la neurociencia la que nos dice lo que ya sabemos?

En realidad, hay varias razones por las que deberíamos prestar atención a las pruebas aportadas por la neurociencia. Por ejemplo, puede ayudarnos a saber exactamente cómo afectan las experiencias a los niños. Este conocimiento puede contribuir a nuestros esfuerzos por ayudar a los niños que están en riesgo y deshacer, en la medida de lo posible, los efectos de la adversidad temprana. Además, los neurocientíficos pueden ayudarnos a saber cuándo las experiencias afectan a los niños. Si hay períodos específicos de vulnerabilidad a ciertos tipos de experiencias, la comprensión de estos patrones mejorará nuestros intentos de intervención.