Kuhn la estructura de las revoluciones científicas

la primavera silenciosa

Hace cincuenta años, apareció un breve libro con el intrigante título de La estructura de las revoluciones científicas. Su autor, Thomas Kuhn (1922-1996), había comenzado su vida académica como físico, pero había emigrado a la historia y la filosofía de la ciencia. Su principal argumento en el libro -su segunda obra, tras un estudio sobre la revolución copernicana en astronomía- era que la actividad científica se desarrolla según un patrón repetitivo, que podemos discernir estudiando su historia.Kuhn no estaba nada seguro de cómo sería recibida la Estructura. Unos años antes le habían denegado la titularidad en la Universidad de Harvard, en Cambridge (Massachusetts), y tras la publicación del libro escribió a varios corresponsales que tenía la sensación de haber arriesgado mucho. Sin embargo, al cabo de unos meses, algunas personas proclamaban una nueva era en la comprensión de la ciencia. Un biólogo bromeó diciendo que ahora todos los comentarios podían fecharse con precisión: sus propios esfuerzos habían aparecido “en el año 2 a.C.”, antes de Kuhn. Una década más tarde, Kuhn se vio tan inundado de correspondencia sobre el libro que desesperó de volver a realizar algún trabajo.Thomas Kuhn reconoció la importancia de los cambios revolucionarios, o “cambios de paradigma”, en la ciencia.

la estructura de las revoluciones científicas capítulo 1 resumen

La estructura de las revoluciones científicas (1962; segunda edición 1970; tercera edición 1996; cuarta edición 2012) es un libro sobre la historia de la ciencia escrito por el filósofo Thomas S. Kuhn. Su publicación supuso un hito en la historia, la filosofía y la sociología de la ciencia. Kuhn puso en tela de juicio la visión entonces imperante del progreso de la ciencia, en la que éste se consideraba un “desarrollo por acumulación” de hechos y teorías aceptados. Kuhn defendía un modelo episódico en el que los periodos de continuidad conceptual en los que hay un progreso acumulativo, a los que Kuhn se refería como periodos de “ciencia normal”, se veían interrumpidos por periodos de ciencia revolucionaria. El descubrimiento de “anomalías” durante las revoluciones de la ciencia da lugar a nuevos paradigmas. Los nuevos paradigmas plantean entonces nuevas preguntas sobre los datos antiguos, van más allá de la mera “resolución de rompecabezas” del paradigma anterior, cambian las reglas del juego y el “mapa” que dirige la nueva investigación[1].

Por ejemplo, el análisis de Kuhn sobre la Revolución Copernicana destacó que, en sus inicios, no ofrecía predicciones más precisas de los acontecimientos celestes, como las posiciones planetarias, que el sistema ptolemaico, sino que atraía a algunos practicantes basándose en una promesa de soluciones mejores y más sencillas que podrían desarrollarse en algún momento en el futuro. Kuhn llamó a los conceptos centrales de una revolución ascendente sus “paradigmas” y con ello lanzó esta palabra al uso analógico generalizado en la segunda mitad del siglo XX. La insistencia de Kuhn en que un cambio de paradigma era una mezcla de sociología, entusiasmo y promesa científica, pero no un procedimiento lógicamente determinado, provocó un revuelo en la reacción a su obra. Kuhn abordó las preocupaciones en la posdata de 1969 a la segunda edición. Para algunos comentaristas, La estructura de las revoluciones científicas introdujo un humanismo realista en el núcleo de la ciencia, mientras que para otros la nobleza de la ciencia se vio empañada por la introducción de Kuhn de un elemento irracional en el corazón de sus mayores logros.

libros de thomas kuhn

La estructura de las revoluciones científicas (1962; segunda edición 1970; tercera edición 1996; cuarta edición 2012) es un libro sobre la historia de la ciencia del filósofo Thomas S. Kuhn. Su publicación fue un hito en la historia, la filosofía y la sociología de la ciencia. Kuhn puso en tela de juicio la visión entonces imperante del progreso de la ciencia, en la que éste se consideraba un “desarrollo por acumulación” de hechos y teorías aceptados. Kuhn defendía un modelo episódico en el que los periodos de continuidad conceptual en los que hay un progreso acumulativo, a los que Kuhn se refería como periodos de “ciencia normal”, se veían interrumpidos por periodos de ciencia revolucionaria. El descubrimiento de “anomalías” durante las revoluciones de la ciencia da lugar a nuevos paradigmas. Los nuevos paradigmas plantean entonces nuevas preguntas sobre los datos antiguos, van más allá de la mera “resolución de rompecabezas” del paradigma anterior, cambian las reglas del juego y el “mapa” que dirige la nueva investigación[1].

Por ejemplo, el análisis de Kuhn sobre la Revolución Copernicana destacó que, en sus inicios, no ofrecía predicciones más precisas de los acontecimientos celestes, como las posiciones planetarias, que el sistema ptolemaico, sino que atraía a algunos practicantes basándose en una promesa de soluciones mejores y más sencillas que podrían desarrollarse en algún momento en el futuro. Kuhn llamó a los conceptos centrales de una revolución ascendente sus “paradigmas” y con ello lanzó esta palabra al uso analógico generalizado en la segunda mitad del siglo XX. La insistencia de Kuhn en que un cambio de paradigma era una mezcla de sociología, entusiasmo y promesa científica, pero no un procedimiento lógicamente determinado, provocó un revuelo en la reacción a su obra. Kuhn abordó las preocupaciones en la posdata de 1969 a la segunda edición. Para algunos comentaristas, La estructura de las revoluciones científicas introdujo un humanismo realista en el núcleo de la ciencia, mientras que para otros la nobleza de la ciencia se vio empañada por la introducción de Kuhn de un elemento irracional en el corazón de sus mayores logros.

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Hace cincuenta años, Thomas Kuhn, entonces profesor de la Universidad de California, Berkeley, publicó un delgado volumen titulado La estructura de las revoluciones científicas. Kuhn cuestionaba la visión tradicional de la ciencia como una acumulación de hechos objetivos hacia una comprensión cada vez más veraz de la naturaleza. En cambio, argumentó que lo que los científicos descubren depende en gran medida del tipo de preguntas que se plantean, que a su vez dependen en parte de los compromisos filosóficos de los científicos. A veces, la forma científica dominante de ver el mundo está obviamente plagada de problemas; esto puede provocar revoluciones científicas radicales e irreversibles que Kuhn denominó “cambios de paradigma”, introduciendo un término que ha sido muy usado y abusado. Los cambios de paradigma interrumpen la progresión lineal del conocimiento al cambiar la forma en que los científicos ven el mundo, las preguntas que le hacen y las herramientas que utilizan para entenderlo. Dado que la visión del mundo de los científicos después de un cambio de paradigma es tan radicalmente diferente de la anterior, ambas no pueden compararse según una concepción mutua de la realidad. Kuhn llegó a la conclusión de que el camino de la ciencia a través de estas revoluciones no es necesariamente hacia la verdad, sino simplemente para alejarse del error anterior.

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